En la mente, todo es cuestión de ideas. De tener ideas, peregrinas, móviles, volátiles. Esas famosas ideas de Platón, el eidos, entidades abstractas, poco tienen que ver con las ideas que uno tiene. ¡ah!, así habría de ser siempre, cuestión de ideas. ¿Quién sabe su mecanismo? afloran silvestres como el musgo en la carretera, inesperadas. Yo no sé a ti, pero a mi hasta me levantan de la cama. Por eso ando siempre con algún papel cerca, máximo a unos dos metros, y cualquier cosa que sirva para escribir. Aunque pensándolo bien... Tengo cientos de papeles llenos de ideas que jamás tendré tiempo de elaborar. En fin. Pero no todas las ideas son ideas. O mejor dicho, no todas las ocurrencias son ideas. Una idea es germen, es óvulo fértil. Y es oro puro. No hay que subestimar a la idea. Una idea puede cambiarte la vida. Puede darte de comer. Puede hacerte cambiar de país o de trabajo, escribir un libro, conocer a alguien. ¿Son previsibles las ideas? No lo parece, ¿verdad? Y la vida de los hombres es cuestión de ideas. Sin embargo, las estudiamos como si estuvieran muertas. A veces vemos el mundo (¿ven?) como si todo fuera mecánico, como si se diera necesariamente, como si no pudiera haber sido de otra forma. En fin, potenciemos las ideas.
En fin.
jueves, 28 de febrero de 2013
viernes, 22 de febrero de 2013
La solicitud de las cosas
"Pero una idea debe quedar clara de antemano: la inautenticidad de una existencia en la que el hombre, abandonado a la solicitud banal de las cosas de este mundo, les presta sin juicio un valor que ellas no tienen por sí mismas, mientras su propio valor se pierde y él mismo queda perdido en la confusión de las cosas. Éste es el desesperado que ignora su desesperación."
Sobre Kierkegaard, Eduardo Nicol, en Historicismo y existencialismo.
Sobre Kierkegaard, Eduardo Nicol, en Historicismo y existencialismo.
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